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Por Heriberto Paredes
“Es muy raro que esto pase, es muy raro que no tengamos ningún reporte” afirmó Mercedes Aguilera, encargada del área de comunicación del Servicio de Transporte Colectivo Metro (STC Metro). En una comunicación telefónica, sorprendida en su tono de voz, en principio negó lo sucedido y preguntó varias veces los detalles del incidente ocurrido en los vagones de la estación Eje Central en la recién estrenada línea 12 o Dorada.
El pasado 19 de septiembre, una fecha simbólica para los habitantes de esta capital mexicana, en uno de los vagones del metro, un par de jóvenes comentaban con el resto de los pasajeros sus consideraciones respecto al conflicto magisterial que enfrenta nuestro país en recientes meses, mismo que ha tenido muchos de sus episodios recientes en las calles capitalinas.
En pleno ejercicio de su libertad de expresión, los jóvenes daban una cara distinta de la presencia de muchos maestros que mantienen la lucha para impedir la reforma educativa, misma que de manera completamente ilegítima se intenta imponer por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto. Justo en este momento dos policías, aunque el número crece e inclusive un supervisor aparece en escena, intentan bajar del vagón a los muchachos, les amenazan, les imputan sabrá Dios qué faltas administrativas y durante casi siete minutos quieren forzarlos a bajar. El video es contundente.
Gracias a que los pasajeros se oponen a la detención e impiden que los policías auxiliares -con caras desencajadas hay que decir- culminen la operación de censura es que no se concreta la operación. Voces de señoras molestas, rumores de inconformidad se combinan de buena manera con la firme actitud de los jóvenes: no se puede permitir que exista la represión a la libertad de expresión, aunque se trate de la pobre actitud de dos policías sin criterio y avalando una actitud deplorable que poco a poco se va extendiendo en toda la capital. Si la reacción de la gente fuera como la de los pasajeros de este video, se cometerían cada vez menos arbitrariedades e injusticias. Desafortunadamente aún falta un largo camino por recorrer.
“Son ciegos o son tontos los policías” exclamó la propia Mercedes Aguilera mientras le relataba los pormenores del incidente. Ella negaba rotundamente la existencia de algún reporte al respecto mientras yo miraba en la pantalla de la computadora los mensajes en Twiter que la propia cuenta oficial del medio de transporte publicaba al respecto: se investigará al respecto. Para la funcionaria del STC Metro, la línea 12 es la más vigilada y la más tranquila, no había nada que pudiera salirse de control.
¿Qué pasa en esta ciudad? ¿Qué está pasando desde que el nuevo gobierno del Distrito Federal tomó las riendas del aparato el pasado 5 de diciembre? ¿Qué ha estado pasando desde hace ya varios años en que el Partido de la Revolución Democrática gobierna esta ciudad? Es claro que ahora se vive un clima de censura y represión que recuerdan mucho a la capital de Corona del Rosal, Uruchurtu y otros funcionarios recordados por su carácter represivo. Conversar con los pasajeros de un vagón de metro se ha vuelto motivo para que cuatro policías intervengan con amenazas. ¿Libertad de expresión en la Ciudad de la Esperanza? Si ahora también se ha vuelto una batalla constante cada episodio de manifestación que no se haya pactado previamente, cada intento por alzar la voz y dejar clara la disidencia con el rumbo que llevamos como capitalinos y como mexicanos.
No se trata de algo nuevo, no es algo espontáneo. Se trata de lo que oculta el gatopardismo de este partido fantoche, de lo que sus funcionarios hacen públicamente y ocultan por debajo de la mesa, con la mano por detrás. Se trata de la herencia de Giuliani como asesor, de tener una proliferación de la fuerza pública para “resolver” las problemáticas en barrios y colonias, se trata del desalojo del predio de Tenochtitlán 40 en Tepito argumentando que era el refugio de narcomenudistas y se trata de la insoportable cantidad de detenciones arbitrarias que hemos tenido recientemente. Hablo en plural porque quien escribe habita esta capital y se siente agredido al ver que los cuerpos policiacos se quejan cuando tienen que hacer su trabajo y se llenan de euforia cuando hay que golpear con el escudo, detener por la espalda, “pasear” a la gente detenida antes de presentarla ante el Ministerio Público como es debido.
Por eso es tan grave que dos jóvenes hayan sido agredidos verbalmente por la policía auxiliar del STC Metro por expresarse libremente como es su derecho, porque si se permite que este incidente pase desapercibido seremos capaces de tolerar las aberraciones que amenazan con instalarse. A este ritmo, pronto no podremos hablar de política en los cafés o utilizar playeras con imágenes al caminar por la calle, ya no podremos salir a manifestarnos en contra de lo que nos parece necesario, a este paso, pronto los teléfonos serán acallados cuando se trata de expresar una opinión contraria al jefe de gobierno capitalino, o tal vez tendremos que cambiar de plática al ver venir a policías mientras caminamos por algún eje vial. Si permitimos esto sólo falta que nos digan qué creer, qué sentir, qué vestir, qué soñar y eso es el final de lo que nos queda como sociedad: la capacidad de decidir cómo queremos vivir y de pensar las ideas que nos parezcan adecuadas.
Es un gusto saber que gente valiente aún transita en las avenidas, en los vagones mismos, que podemos contar aún con la claridad y entereza de las ideas reforzadas por la realidad. Aún podemos mostrarnos alegres de encontrarnos con ejemplos de dignidad y rebeldía en los andares que nuestro trabajo periodístico nos trae. Dos ejemplos compartimos para contrarrestar la pésima actuación de la policía capitalina, de los funcionarios del metro que negaban todo y luego tuvieron que sacar un comunicado para afirmar que habían “sancionado” a los elementos responsables, del gobierno capitalino que cada día muestra un rostro cada vez más priísta.