-¡Ésta fue una rebelión de niñas. Cualquiera que viva aquí cerca sabe que esto es un infierno!
El infierno no fue una metáfora para estas niñas que se rebelaron el 8 de marzo, ese día decidieron acusar a los maestros y trabajadores del albergue quienes las violaban.
Vivían en un infierno y las niñas decidieron gritarlo, denunciarlo… prendieron fuego a unos colchones exigiendo que las dejaran salir, tenían todo el derecho de irse de ahí, ese no era un hogar seguro para ellas, pero las autoridades y el gobierno de Guatemala decidió asesinarlas, no las dejaron salir y murieron calcinadas.
En memoria de ellas será nuestra función, para que el olvido nunca reine, para que la memoria sea el motor para construir un mundo verdaderamente seguro, donde ninguna mujer vuelva a tener miedo.