Al pueblo de México
Al Concejo Indígena de Gobierno
Al Congreso Nacional Indígena
Al Ejército Zapatista de Liberación Nacional
A la Sexta Nacional e internacional
Somos colectivos e individuos adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, simpatizantes del EZLN y el CNI y personas de abajo y a la izquierda solidarios con el sufrimiento de nuestros hermanos víctimas de los recientes sismos y del sistema depredador que solo muerte es.
Como en 1985, los que dicen ser gobierno quedaron totalmente superados por la realidad. Hoy su país de las maravillas no lo ven ni ellos. Mientras tanto, somos los de abajo quienes sufrimos las consecuencias de estos desastres naturales y socio ambientales. Como hace 32 años, hoy el pueblo mexicano es el que sale a las calles y a los poblados a aportar su ayuda, quien entrega lo poco que tiene para socorrer al otro, al que sufre, al desconocido, al hermano. Algunos de los que tienen mucho, aportan mucho, entre quienes poco tienen, aportan lo que pueden, a veces todo lo que está en sus manos. Quienes nada tienen entregan su corazón y se prestan a servir en lo que sea requerido. Son quienes abarrotan las calles y se coordinan para juntar ayuda y distribuirla. Pequeños empresarios apoyan dando alimento y bebida a quienes su tiempo y esfuerzo obsequian. La esperanza, real, surge de esas sonrisas y esas miradas solidarias.
Ante esta respuesta común, creativa, creadora, autogestiva, el mal gobierno responde de la única manera que conoce: con la violencia, llamando protección civil a la ocupación militar represiva. Lejos de hacer lo que es su obligación, socorrer a las víctimas, envía al ejército, a la marina y a las diferentes corporaciones policiacas, a ocupar la vida civil y evitar el encuentro entre los de abajo. En actos de bandidaje, sus agentes de la violencia roban la ayuda que el pueblo reúne, y las desvían para entregarlas condicionalmente y promoviendo a sus figuras, gobiernos, instituciones y partidos. En los lugares de desastre el Estado se interpone entre quienes trabajan para evitar siquiera que se comuniquen y coordinen. Por estos días hemos visto cómo se implementa una versión del Plan DN-III, nombrada Plan-MX. Según apreciamos, el ejército acude a los lugares de desastre, donde el pueblo lleva horas o días participando exitosamente salvando vidas, y de manera prepotente desplaza a los rescatistas para tomar el control del lugar y operar de manera por demás inútil, incrementando el riesgo de muerte de quienes están atrapados en los derrumbes. En otros puntos, su acceso es amable y colaborativo frente a cámaras o con el sombrero ajeno de la solidaridad del pueblo, cambian de estrategia e impiden o entorpecen la continuidad de los trabajos de rescate. En cualquier caso, cuando se rescata a una víctima, se apresuran a montar una escena mediática en la cual aparecen como los héroes que arriesgan la vida por México. Podríamos decir que lo que ha montado el mal gobierno no es un operativo que tenga por prioridad el rescate de vidas, sino un montaje que busca revivir su propio cadáver, víctima de un derrumbe mucho mayor: el de su legitimidad. Llegado un momento detienen toda acción de rescate y no permiten a nadie acercarse siquiera, ni dan información, abandonando a quienes pudieran haber sido rescatados y dejándolos morir entre las ruinas de los edificios caídos. Eso sí lo hacen muy bien. Son expertos asesinando y desapareciendo al pueblo.
Para nosotros, hombres y mujeres de abajo y a la izquierda, lo que demuestran el mal gobierno y sus socios criminales, como las televisoras, es un profundo desprecio por la vida. Para ellos, solo se trata de un espectáculo macabro que viene muy bien a sus intereses de militarización de la vida cotidiana y para reconstruir la imagen social de un ejército que, lejos de defender al pueblo y la soberanía de lo que queda de nación, ha demostrado ser el principal protector de los intereses de los capitalistas trasnacionales y un implacable asesino del pueblo, especialmente de quienes resisten al despojo de sus territorios, sus aguas, su cultura, sus vidas comunitarias.
Advertimos también el intento de despojo y desplazamiento forzado de las víctimas (para esto los sismos les vinieron muy bien). Lo mismo en las comunidades rurales que en las ciudades afectadas, los desastres les sirven de pretexto para limpiar de pobladores las zonas que interesan al gran capital. En las ciudades, principalmente en la de México, el sismo sirve para acelerar el proceso de gentrificación y entregarle nuevos terrenos a la mafia inmobiliaria asociada con los políticos de todos los colores, cuyas construcciones levantadas en años recientes, fueron las que más se dañaron, reflejando la laxitud en la aplicación de las leyes, cuando no la adaptación de estas para eliminar requisitos de seguridad en las construcciones.
Repudiamos el cobarde uso proselitista que politiqueros partidistas de los poblados y ciudades de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Morelos, Estado de México y Ciudad de México, hacen de las ayudas que ellos no aportan y que en la distribución de la misma discriminen a quienes no son sus incondicionales o se someten a ellos. También el olvido intencional de las víctimas incómodas, las que no renuncian a su tierra para dejársela a los capitalistas que promueven proyectos de muerte, eólicas en Oaxaca, minas en Puebla, proyectos inmobiliarios en el Distrito Federal. Las inmobiliarias son en la ciudad los megaproyectos de muerte que colonizan el territorio nacional y que actúan con el auspicio y complicidad de las autoridades de los malos gobiernos.
Por si fuera poco, demuestran tener mucha prisa por volver a una aparente “normalidad”, aunque para ellos deban desaparecer a las personas que siguen atrapadas en los escombros, algunas vivas, otras no. Pretenden con esto ocultar la real magnitud de la tragedia y la enorme corrupción de quienes administran hoy, y lo hicieron ayer, los gobiernos de todos los niveles. Las vidas no importan, ni la dignidad de los muertos. Para ellos, un digno funeral no entra en sus cálculos monetarios ni políticos. Les importa que “no huela a muerto” y la cifra de víctimas, la oficial claro, no se incremente. Para nosotros, cualquier víctima, viva o muerta, que no se rescate representará un desaparecido forzoso, pues es el mal gobierno el que pretende desaparecerlos y tirarlos entre escombros, privando a sus deudos de la posibilidad de rescatarlos con vida, o siquiera darles una digna despedida.
Lamentamos mucho que al desprecio oficial se sume el de una clase media, a la cual se le está ayudando sin distingo alguno en estos momentos de zozobra. Nuestros hermanos otomíes que habitan diversos predios en las colonias Condesa y sus alrededores, sufren por el daño a sus viviendas, ante lo cual han decidido resistir permaneciendo enfrente de sus predios. A esta resistencia la atacan los gritos iracundos, discriminatorios y racistas de esa misma clase media que juega a la solidaridad selectiva, si acaso. No permitiremos que nuestros hermanos sean agredidos y forzados a desplazarse a los albergues que ellos rechazan. Los acompañamos en la lucha por conservar sus espacios, que tendrán que reconstruidos de manera autogestiva y con el apoyo desde abajo, pues para esos clasemedieros también existen víctimas de primera y de segunda.
De manera urgente, convocamos a la sociedad a rechazar el pretendido intento de finalizar la búsqueda de sobrevivientes y cuerpos. Esa es y debe seguir siendo la prioridad, y no la maquinaria o las telas de una fábrica textil, o la imagen bonita de una ciudad color de rosa. No permitamos un nuevo crimen de estado, ahora contra las víctimas de los sismos. No nos importan protocolos que ponen tiempo a la vida, nos importa la vida. Sabemos que en otros casos, se han recuperado con vida personas atrapadas por muchos días, semanas incluso. No deben entrar máquinas a remover escombros mientras falte una sola persona por ser rescatada.
Vamos a impulsar la reconstrucción autogestiva, que es reconstrucción no solo física sino del tejido social que ha destruido el mal gobierno.
Defendemos el desarrollo de las comunidades autónomas indígenas atacadas por la contrainsurgencia.
Defendemos el trabajo civil, constructor y defensor de vidas.
No vamos a ceder en el rescate de víctimas vivas y muertas.
No vamos a ceder territorios, autonomía y organización.
No vamos a dejar que el acopio popular sea monopolizado por el ejército, el Estado y las empresas capitalistas.
¡Ninguna sin rescatar!
¡Ni un solo desaparecido más!
¡No al desvío de los acopios!
¡Queremos rescatar a todos!
¡Fuera ejército y marina!
¡Viva la vida!
¡Viva la organización popular!
¡Vive México!
Brigadistas y solidarios adherentes y simpatizantes de La Sexta reunidos en el Café Zapata Vive el 21 de septiembre de 2017.